lunes, 19 de noviembre de 2007

"El anarquismo individualista en España (1923-1938)

Fue ver el título, de un fulminante golpe de vista, y el acto reflejo, instintivo, me hizo conducir mi mano hacia el bolsillo y sacar los 20 euros que valía este “El anarquismo individualista en España (1923-1938)” para hacerme con él y meterlo en la mochila a la espera de llegar a casa y, entonces sí, poderle echar una primera ojeada que bien debería haber acometido momentos antes, pero que, ante lo sugerente de la cabecera de esta nueva entrega a cargo de la editorial Virus, yo sabía que era totalmente prescindible.

La inicial toma de contacto tenía que ser realizada con todos los honores, y así fue que, como quien invita unos días a su casa a un amigo al que se conoce de toda la vida y con el que sobran formalismos y atenciones exquisitas, el libro reposó durante varios días en el mismo lugar donde iría a parar al yo llegar a casa. Sí, encima de la mesa, el ejemplar de poco más de 300 páginas aguardaba la hora en que finalmente se abriese ante mí. Pero yo, imperturbable, seguía a lo mío, sin inmutarme ante sus tentadoras triquiñuelas de tapa azul, sabedor de que, llegado el momento oportuno, la tarea que me tendría que ocupar durante largas horas en la lectura del libro constituiría un placer de magnitudes exponenciales.

Y en efecto, tan pronto me pongo a escribir nuevas entradas de mi blog, como que me pongo a desmenuzar como un poseso las páginas de cualquier libro, revista o fanzine que se precie. O a veces, también, se da el caso de verme escribiendo reseñas en las que empleo tres párrafos introductorios sin hacer mención destacable alguna de los méritos del objeto comentado en cuestión.

Incluso a veces las disquisiciones anecdóticas alcanzan hasta el cuarto párrafo, pero como éste no va a ser el caso, no tengo por más que decir que estamos ante una verdadera obra de rescate historiográfico en la que su autor, Xavier Díez, pone de relieve la nada desdeñable aportación que la corriente individualista hizo al debate permanente de las ideas en el seno del panorama libertario de finales del siglo XIX y principios del XX, llegando su trabajo de investigación hasta el año 39, cuando el rodillo fascista aniquilará toda tentativa de divulgar las ideas ácratas, sean de la rama que sean.

Un bagaje que Xavier Díez ha sabido sintetizar en este libro pese a la dificultad que entraña hilvanar un mínimo patrón teórico común dentro del difuso espectro en el que se enmarcan las ideas de corte individualista, muchas veces sujetas, más que muchas otras propuestas emancipadoras si cabe, a la interpretación, el contexto y el carácter singular de cada pensador que abogase por ese espíritu de exaltación del individuo, como medida de todas las cosas, por encima del cual absolutamente nada puede medrar e interferir en su voluntad personal, desterrando así las concepciones abstractas ante las que tantas personas se pliegan; no ya sólo, por ejemplo, la de Dios, como forma de doblegación más evidente, sino, y ahí radica la honda trasgresión de los valores del momento, la de otras construcciones igualmente artificiosas que vienen a simbolizar la capitulación de la capacidad de decisión resuelta a nivel personal y el gregarismo que supone aferrarse a los fantasmas de la Patria, el Estado, la Nación, e incluso de otros más abominables y funestos como lo puedan ser patrañas a las que se llame Humanidad o Ideología, y, entre ellas, porqué no, la anarquista.

Así pues, la implacable y permanente revisión de cualquier valor o idea adquirida, por muy buena que se presuponga y por muy socialmente refrendada que pueda estar, constituye un activo sumamente enriquecedor en todos aquellos que se decidan a abrir la boca para proclamarse anarquistas, de búsqueda constante y de superación vital, sin justificaciones acerca del medio social limitador que valgan. ¿Y es que acaso no se desprende de una de las consignas por antonomasia de la teoría libertaria, unánimemente aceptada, como es la de no delegar en terceros la responsabilidad personal, una reminiscencia con aromas de la más pura raíz individualista?

A pesar de ello, el cariz tan profundamente subversivo y radical de muchos planteamientos sostenidos desde la tribuna individualista se toparía con la monolítica ortodoxia de un movimiento incapaz de asimilar cuanto de inspirador albergaban dichos postulados, enfrascándose ambos bandos en una dialéctica estéril en la que se dispensaban recíprocamente agrias acusaciones. Por un lado, el sector más organizado, que aglutinaba principalmente a las fuerzas anarcosindicalistas, esto es, la CNT, reprocharía a aquéllos la inexorable deriva de un pensamiento elitista que forzosamente les llevaba, en muchos casos, a ocupar posiciones de distancia con respecto a las tan candentes y acuciantes luchas sociales que se daban periódicamente a pie de calle. Alertaban de los riesgos y los peligros que estaban implícitos en unas formas de interpretación de la realidad herederas en grandísima medida del nihilismo nietzschiano y, sobre todo, de los fundamentos que inspiraron la obra El Único y su Propiedad, escrita por el que bien se podría considerar uno de los padres del anarquismo individualista, Max Stirner, en cuyas páginas se advierte la frontal e irreconciliable toma de conciencia del Yo frente a cualquier tipo de mediación o intercesión que pudiese distorsionar o menguar lo más mínimo la sublimación de los impulsos egoístas y la capacidad de afirmación y libertad sin paliativos.

La grandeza de este libro es que deja un poso en el lector que le dota de una perspectiva sobradamente amplia y receptiva para comprender y discernir la gran cantidad de matices que impregnan el ámbito individualista, abarcando múltiples facetas que desarrollarán un cuerpo de pensamiento particular según cada caso, ya que tratarán de revisar y, en ocasiones, de superar, el legado estirneriano, cuando no directamente de disentir en relación a elementos capitales del mismo. Así pues, se hace inevitable la incursión por las brechas de reflexión y debate abiertas por Theorau, al otro lado del atlántico, Armand y Ryner, como máximos exponentes de la efervescencia individualista que bañó el país vecino (aunque cada uno con sus rasgos marcadamente diferenciados), e incluso el ruso Tolstoi, con su integridad pacifista de cierta inclinación cristiana. Ibsen y Wilde, entre otros, son señalados como referentes notables dentro del mundo artístico por atesorar rasgos afines al modelo subjetivista propugnado por los librepensadores, teniendo como insignes homólogos a este lado de los Pirineos a personajes de la talla de Unamuno, Pío Baroja y Azorín. Destacadas plumas que, por otro lado, no tardarían en escorarse hacia parámetros más acordes con una intelectualidad oficial y profesionalizada, permitiéndose las licencias de un cómodo atrincheramiento que les inmunizase de cualquier aliento con regusto a reivindicación social y activismo obrero. Por el contrario, será el gallego Ricardo Mella quien, y desde una extracción social más modesta, ejercerá una importante labor en pos de situar las bondades del ideario ácrata en el olimpo de las reflexiones filosóficas, dedicándole análisis pormenorizados y fervientes parabienes, contribuyendo también de un modo efectivo a la confluencia de presupuestos entre el anarquismo individualista y el mundo artístico y versado.

Objeto de capítulo extenso será el minucioso recorrido que el autor emprende a través de la prolífica obra periodística y de propaganda que podría considerarse, por afirmaciones explícitas en sus cabeceras o por la línea trazada por el conjunto de colaboradores, que atesora una expresa intención divulgativa de una actitud netamente individualista. Una tras otra, Xavier Díez va desgranando mediante la aportación exhaustiva de infinidad de datos los entresijos de las revistas de mayor repercusión en el ámbito de la prensa anarquista. La Revista Blanca, Ética e Iniciales, Nosotros, Al Margen y Estudios serán las cabeceras, cada cual a su modo, que gozarán de cierta relevancia en el abanico cultural, dibujando toda una extensa gama de contrastes que dotaba a cada una de identidad propia, posibilitando con ello la eclosión de acalorados debates en torno a muy variados asuntos, tales como el neomalthusianismo y, principalmente, las tesis eugenistas, o los posicionamientos en torno al antimilitarismo llegado el punto de imperiosa determinación al estallar la contienda bélica del 36, que situará las ensoñaciones teóricas que se habían suscitado hasta la fecha sobre el férreo plano de la realidad palpable, teniendo que tomar resoluciones comprometidas, en el marco del ataque faccioso por un lado y, por el otro, del hostigamiento de un poder republicano gregario ya de los mandatos expresos que llegaban desde la plana mayor soviética, acabando por desfallecer ante la desmoralización progresiva, fruto del desgaste de las milicias en la vanguardia, de las intrigas e injerencias del régimen comunista ruso, del descrédito a que se vio sometido cierto sector confederal y del desengaño ocasionado por la inacción interesada de las potencias extranjeras que abanderaban la fórmula de la democracia representativa, como Inglaterra y Francia, frente al totalitarismo de masas que ostentaba la hegemonía tanto en la Italia de Mussolini como en la Alemania de Hitler.

En definitiva, todo un acierto por parte de la editorial barcelonesa Virus que, con este “El anarquismo individualista en España (1923-1938)” de Xavier Díez, nos acerca una parte importante de nuestra historia más reciente en lo que al campo de las ideas ácratas se refiere.

1 comentario:

Anónimo dijo...

es mas largo la reseña que el libro!!la caña!!
tambien no olvidar las reseñas musicales que te pones el cd y dura mas la reseña del cd que el mismo disco!!ajajja
repito impresionate la reseña del libro!!
enserio te denomino al mejor panfilo

paambtomaka